09.08.04 16:17 Antiguedad: 8 yrs

La paz está a la puerta, dicen las mujeres sudanesas - Visita de solidaridad de mujeres del CMI y de las iglesias africanas a Jartum, Sudán

 

 

por Aruna Gnanadason (*)

 

Fotos gratuitas de alta resolución disponibles. Véase infra.

 

 

"La paz está llegando. Podremos volver a casa.” Esta esperanza corre de boca en boca entre las mujeres desplazadas en el interior del país a las que visitamos en los campamentos y las comunidades eclesiásticas en Jartum y en la cercana Medani. Esta voz de esperanza es lo que sostiene a la iglesia y al pueblo del Sudán en su ansiosa espera de una paz duradera.

 

Una delegación ecuménica de mujeres, constituida por cinco mujeres de África, Europa y los Estados Unidos de América y organizada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Conferencia de las Iglesias de Toda el África (AACC), visitó iglesias, centros comunales y grupos de mujeres en Jartum y sus cercanías del 29 de junio al 9 de julio.

 

Por lo que nos dijeron las mujeres sudanesas con quienes hablamos, principalmente del sur del país, es evidente que las mujeres asumen el papel más importante en el Sudán de posguerra. Sus maridos, o han muerto en la guerra o están todavía en la zona de hostilidades, de manera que las mujeres han tenido que cuidar de los niños, ganar el sustento y tomar las decisiones en la familia.

 

El comunicado de una conferencia de mujeres sudanesas cristianas celebrada pocas semanas antes de nuestra llegada decía: “Ahora es el momento de hacer nuevas todas las cosas " (Ap. 21:5).

 

Veintiún años de guerra han dejado profundas cicatrices en el alma de esta nación. Las mujeres con quienes hemos tratado vacilaban en hablar de las diversas formas de violencia que han experimentado y que siguen sufriendo.

 

Los actuales combates en la región de Darfur han mostrado una vez más cómo la violación de mujeres se ha utilizado sistemática y deliberadamente como arma de guerra. Se ha practicado la violencia sexual para aplastar la voluntad del pueblo y como instrumento de limpieza étnica.

 

Milicias apoyadas por el Gobierno, los Jenjaweed, han aterrorizado al pueblo de Darfur para expulsarlo de sus tierras. Durante los últimos 21 años, se nos dijo, el Gobierno ha utilizado tácticas similares en el sur del país.

 

Según las Naciones Unidas, la situación en la región sudanesa de Darfur occidental es actualmente la peor crisis humanitaria mundial, y se ha cobrado unas 10.000 víctimas, además de un millón de personas desplazadas desde el comienzo de los combates a principios de 2003.

 

Pudimos reunirnos con mujeres que normalmente no tienen la oportunidad de narrar sus historias de violencia, desesperación, desplazamiento. En la prisión de Omdurman cerca de Jartum, la mayoría de la población reclusa son mujeres africanas desplazadas, del sur del país.

 

Al entrar en la prisión, nos impactaron los olores, las escenas y los ruidos de la vida carcelaria. Hasta 823 reclusas y 227 niños están hacinados actualmente, durmiendo en suelos sucios bajo techados de cinc de un edificio temporal.

 

Encarceladas por tres a seis meses, las mujeres tienen que pagar una multa para que las dejen libres. Si no pueden pagar, permanecerán en prisión todavía más tiempo.

 

Están en prisión por delitos insignificantes como preparar y vender una cerveza local; en muchos casos, una de las pocas posibilidades para mujeres sin instrucción de ganar por lo menos algún dinero para alimentar a sus hijos y a sí mismas. “No son malas mujeres”, nos decía uno de los hombres responsables de la prisión. “La pobreza las empuja a esto.”

 

En el desolado campamento de personas internamente desplazadas (PID) de Joborona, vimos miles y miles de casas en ruinas, mezcladas con cabañas improvisadas con cajas de cartón y lienzos de plástico. Las mujeres que vivían allí nos contaron sus historias de desesperación. Irónicamente, la palabra árabe Joborona significa literalmente “nos han forzado”.

 

A muchas de las mujeres se las ha forzado repetidamente a salir de sus casas, que han sido demolidas para dejar espacio a planes de urbanismo y colonias de viviendas privadas. Una mujer nos decía: “Estaba trabajando en el campo, y cuando volví a casa habían echado a toda mi familia y la aldea había sido incendiada.”

 

Según un funcionario del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuatro millones de personas internamente desplazadas están registradas en Sudán, muchas de las cuales no han encontrado hogar estable durante más de 10 años.

 

Pese a estos relatos de sufrimientos, salimos de Sudán con un fuerte sentido de esperanza en el futuro. Incluso en medio de los intentos patrocinados por el Estado de arabizar e islamizar toda la sociedad, la iglesia se mantiene firme en su fe y su afirmación de identidad cristiana y de responsabilidad respecto a su pueblo.

 

Las mujeres, con una honda espiritualidad expresada en sus oraciones, canciones y danzas, demostraron que su fe profunda ha sido la fuerza sustentadora durante la guerra y el desplazamiento.

 

El Consejo de Iglesias del Sudán y las organizaciones femeninas de sus iglesias miembros han iniciado proyectos en favor de la autosuficiencia económica y la paz, cruciales para la vida cotidiana de las mujeres en la posguerra. Las iglesias están ocupándose también del problema de los niños afectados por la guerra, muchos de los cuales son huérfanos o viven en la calle.

 

La falta de instrucción, el desempleo y el analfabetismo son otros problemas a los que hacen frente las iniciativas de las mujeres, así como la pobreza y la violencia sexual y doméstica contra las mujeres. Grupos de acción en las prisiones visitan a las mujeres reclusas y las ayudan, por ejemplo, a coser y vender ropa de bebé para recién nacidos.

 

La lucha contra el VIH/SIDA es también una cuestión fundamental. “El SIDA está presente aquí y nos asusta tanto... más que la guerra que nos ha desplazado del sur,” dice una mujer que se vio obligada a trasladarse a Medani, a cuatro horas de viaje de Jartum. “La batalla del SIDA es ahora la mayor que tenemos que combatir."

 

En el campamento de personas desplazadas de Haj Yousif, llamado Nyaret, un grupo de mujeres de diferentes tribus y religiones ha tratado de encontrar una solución para sus problemas viviendo en comunidad y organizando juntas su vida cotidiana. La mayoría son viudas y madres solteras. El grupo pudo comprar un pequeño terreno y poner una tienda donde se venden artículos de uso corriente. Pueden encontrarse allí desde vasos a receptores de TV; para los artículos mayores, por supuesto, hay que hacer un pedido. No se pretende sacar beneficios sino servir a la comunidad.

 

"La colaboración de estas mujeres supera las limitaciones tradicionales por razón de sexo u origen tribal o geográfico. Las mujeres tienen que cooperar si quieren sobrevivir, y tienen que ser responsables de sí mismas y de sus hijos,” hacía notar Kirsten Schwanke-Adiang, miembro alemana del equipo del CMI. "Pese a toda la tragedia de la actual situación del país, las propias mujeres admiten que la guerra les ha enseñado a cooperar por encima de los límites tradicionales." Las mujeres trabajan juntas para construir la nación.

 

En nuestras conversaciones con funcionarios del PNUD y con el personal del Consejo de Iglesias del Sudán, una de las principales preocupaciones es si la comunidad internacional tiene planes para ayudar a las comunidades a regresar y reconstruir sus vidas. Se teme que la fatiga de los donantes afecte a las complicadas operaciones planificadas por las Naciones Unidas, que requerirán una decidida actuación de las iglesias y de la sociedad civil del Sudán.

 

Esta visita, que sigue a la adopción del Sudán en 2003 como foco de la atención anual del Decenio del CMI para Superar la Violencia y que ha sido acogida por el Consejo de Iglesias del Sudán, es parte de una serie de visitas de solidaridad a las mujeres en situaciones de conflicto.

 

El equipo internacional de mujeres que visitó a las mujeres de Jartum recoge las preocupaciones sobre la situación de estas mujeres y las transmite a la comunidad ecuménica mundial de iglesias, instituciones y organizaciones ecuménicas, a las que se insta a que acompañen al Sudán más allá de este frágil acuerdo de paz..

 

Aruna Gnanadason, coordina el trabajo de Justicia, Paz y Creación del CMI y es también responsable de su Programa para la Mujer.

 

---------------------------------------------------------------------------------------------

 

Información complementaria sobre Sudán

 

El conflicto de Sudán puede considerarse como la más prolongada guerra civil de África. Salvo un paréntesis de paz de 11 años (1971-1982), el país ha estado desgarrado por la guerra civil desde su independencia. El conflicto actual estalló hace 11 años cuando el Gobierno trató de aplicar la Sharia islámica en el país, lo que provocó una rebelión iniciada en el Sur, habitado por cristianos africanos y pueblos que practican religiones tradicionales. La guerra civil en el Sudán ha causado unos dos millones de muertos y más de cuatro millones de desplazados.

 

Los recientes protocolos firmados a fines de mayo de 2004 pueden poner fin a la guerra y marcar el comienzo de un largo y difícil proceso de reconstrucción y reconciliación. Este acuerdo no incluye la región de Darfur en el Sudán occidental, donde ha habido alrededor de un millón de desplazados a causa de las luchas entre rebeldes y milicias apoyadas por el Gobierno.

 

Las iglesias del Sudán, así como el Consejo Mundial de Iglesias, participan activamente en los esfuerzos de pacificación. El CMI ha apoyado la actuación de sus interlocutores ecuménicos en el país, el Consejo de Iglesias del Sudán (SCC), el Nuevo Consejo de Iglesias del Sudán (NSCC) y el Foro Ecuménico del Sudán (SEF), la Conferencia de las Iglesias de Toda el África (AACC) y el Consejo Nacional de Iglesias de Kenya (NCCK). En respuesta a una solicitud del SEF, el CMI designó al Rev. Dr Samuel Kobia en 2003 como enviado ecuménico especial para observar y contribuir al proceso de paz.

 

Tres aspectos importantes de la labor del CMI en el Sudán desde 1970 son: apoyo al proceso de paz y reconciliación; construcción de las bases de una sociedad civil renovada, en especial mediante la reintegración de combatientes y personas desplazadas; y contribución a la infraestructura del país, especialmente en los sectores de educación y sanidad.

 

-----------------------------------------------------------------------------------------

 

Pulse aquí para leer declaraciones recientes del COE sobre Sudán:

www2.wcc-coe.org/pressreleasesen.nsf/index/pr-04-07.html

 

Pulse aquí para tener información sobre el foco de la atención anual del DSV dirigido al Sudán en 2003:

www.overcomingviolence.org/dov.nsf/f2b3c6f6c91ade2ec1256bea002bc786/da5afb18aad82311c1256d240023e083

 

Pulse aquí para obtener fotos gratuitas de alta resolución:

wcc-coe.org/wcc/what/jpc/sudanwomen-2004.html

 

Las opiniones expresadas en Noticias del CMI no reflejan necesariamente la política del CMI. Se autoriza la reproducción de este material, siempre que se cite el autor.