En Belén este año hay lugar de sobra en el mesón
Por Gemma Abbs
[El presente artículo ha sido publicado hoy en francés en el periódico La Tribune de Genèvewww.tdg.ch]
Si María y José tuvieran que ir a Belén este año, se toparían con un muro de hormigón de nueve metros de alto y un sofisticado puesto de control de alta tecnología.
Todos los visitantes de la alguna vez bulliciosa ciudad donde nació Jesús, al entrar y salir de ella tienen que atravesar un puesto de control modernizado recientemente. Fue abierto el 15 de noviembre y se llama "Puesto de control Belén 300".
Al cruzar este puesto, uno se siente como una oveja arreada mientras traspone uno a uno los molinetes. Si uno de los molinetes se detiene o atasca, se oirá la voz remota de un soldado israelí que, pareciendo surgir de la nada, indicará detenerse o intentar trasponerlo nuevamente.
Cuando uno camina por el puesto de control lo hace bajo la constante vigilancia de soldados apostados en el techo que, con sus rifles listos, le apuntan directamente. Los soldados también patrullan la terminal con perros. Para un niño pequeño, esta puede ser una experiencia verdaderamente atemorizante.
Este puesto de control es el único camino para ir de Jerusalén a Belén, una ciudad que están siendo rápidamente estrangulada. Jerusalén está a sólo 15 minutos en auto, y muchos palestinos necesitan pasar por aquí diariamente. Esto le da un significado absolutamente nuevo a la expresión "hora pico". Los palestinos de Belén dicen de sí mismos que viven en una gran prisión a cielo abierto. No es suficiente con tratar de mejorar las condiciones dentro de la prisión; ellos quieren recuperar su libertad.
El gobierno israelí se refiere al muro o barrera de separación como el "cerco de seguridad", señalando que ha sido construido para brindar seguridad a Israel frente a atentados suicidas. Nadie, por supuesto, le negaría a un país el derecho de defenderse de tales ataques. Sin embargo, uno se pregunta por qué en tantos lugares la barrera de separación se está construyendo en territorio palestino y no en la frontera reconocida internacionalmente, conocida como la Línea Verde.
La clave para entender por qué se construye el muro aquí es la política israelí de asentamientos. Hay un gran bloque de asentamientos en el área de Belén. El muro se ha construido aquí para separar (y supuestamente proteger) estos asentamientos de las áreas palestinas. La ruta del muro en el área de Belén sugiere que Israel planea anexarse esos asentamientos, que son ilegales en virtud de las leyes internacionales.
Cuando uno se enfrenta con el muro y el edificio del puesto de control de Belén, tiene la impresión de que está atravesando un cruce fronterizo internacional. Sin embargo, uno no está cruzando desde Israel a Cisjordania: uno ya está en Cisjordania. La gente de Belén debe tolerar ser registrada cuando va de una a otra parte del territorio palestino.
Desde que se inició la construcción del muro, la economía de Belén ha sufrido un seria baja. Los residentes y la Municipalidad de Belén temen que el nuevo puesto de control tenga un enorme impacto en el turismo, que produce el 80 por ciento de los ingresos de la ciudad.
Hoy en día llegan unos pocos turistas en comparación con lo que ocurría antes del año 2000. Hubo una época de intenso intercambio comercial en la que alguna vez fuera una bulliciosa carretera entre Jerusalén y Belén. En la actualidad todos los negocios de esa carretera, ubicados cerca de la Tumba de Raquel, están cerrados. Al menos habría habido una buena noticia para María y José este año: si hubieran podido traspasar el nuevo puesto de control... ¡habría encontrado mucho lugar para ellos en el mesón!
Cuando en esta Navidad entone un cántico sobre la pequeña ciudad de Belén, diga una plegaria para que la ciudad natal de Cristo vuelva a ser en un lugar santo, sagrado, libre de armas, soldados y muros.
Gemma Abbs trabaja en Jerusalén como responsable de comunicaciones del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel patrocinado por el Consejo Mundial de Iglesias www.eappi.org.
Puesto de control Belén 300 - (c) Rikke Nicolaisen/CMI