La gente de la RDC ansía la paz, dijeron a un equipo de Cartas Vivas
Por Fredrick Nzwili (*)
Desde la aldea más pequeña hasta la ciudad más grande en la zona oriental de la República Democrática del Congo (RDC) la gente ansía la paz. Los líderes eclesiales incitan al desarme a los combatientes rebeldes.
Desde hace varios años, la gente vive aquí atrapada en medio de un complejo conflicto que, a juicio de la mayoría, gira en torno a la extracción de los recursos minerales. Según dirigentes eclesiales congoleses han sido asesinados casi 5 millones de personas.
"Necesitamos la paz. Nuestro país ha sufrido grandes penalidades. Necesitamos el apoyo de ustedes", dijo el Rev. Muhasanya Lubunga, moderador de la Iglesia de Cristo en el Congo, Kivu del Sur, a una delegación de Cartas Vivas del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).
La delegación viajó a Bukavu, en la provincia de Kivu del Sur, y a Goma, en Kivu del Norte, del 9 al 11 de julio. En su reunión con dirigentes eclesiales, funcionarios estatales y miembros de las comunidades, la delegación fue informada sobre cómo las iglesias habían promovido la paz y la reconciliación y habían movilizado los socorros, contra el terror causado por los rebeldes.
"Sabemos que, si los diferentes grupos no pueden vivir en paz entre ellos, seguirá habiendo guerra", dijo el Rev. Kakule Molo, presidente de la Comunidad Bautista de África Central, en una reunión en Goma.
La fuerza brutal dirigida por los rebeldes contra los civiles en la región es una de las principales preocupaciones de los dirigentes de las iglesias. Los informes hablan de asesinatos, violaciones masivas, secuestros y aldeas arrasadas por el fuego.
Al mismo tiempo la iglesia está adoptando medidas para ayudar a los rebeldes a deponer sus armas. Recientemente varios centenares de ellos acordaron el desarme.
Penalidades para la población civil
El día en que la delegación de Cartas Vivas visitó Bukavu, Rozette Ndakumbusoga, agricultora de la zona de Mwenga, no sabía si podría alimentar a sus dos hijos. Hacía dos meses que había huido a Bukavu cuando se desencadenaron las luchas en Mwenga.
"No nos trajimos nada. Escapamos tan pronto como oímos los disparos. Éramos muchos", dijo Ndakumbusoga. "Hemos venido a asentarnos aquí sin nada".
"Lo único que queremos es que cesen las luchas para poder volver a nuestro hogar y a nuestras granjas", afirmó. "Queremos también que nuestros hijos vuelvan a la escuela".
Al igual que Ndakumbusoga, Mukobelwa Ndabegelwa, enseñante de escuela, se encuentra entre las 600.000 personas de la región y 400.000 más de otras muchas partes del este de la RDC que huyeron a Bukavu en busca de seguridad. Hace algunos años, la ciudad tenía una población de 200.000 habitantes, pero ahora, según el personal de las iglesias, son casi 1,2 millones.
"Rezo para que termine la guerra y podamos volver a nuestras familias y a nuestro trabajo. Pero no podemos hacerlo por miedo a los combates", dijo Ndabegelwa.
Su vida, hacinados en una estructura improvisada al sur de la ciudad, es una de miseria dijo el enseñante, situación de la que culpa a los ataques de las llamadas Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR).
"Muchos de nosotros estamos enfermos, nuestros hijos también están enfermos. Necesitamos medicinas, vivienda y ropa", dijo Ndabegelwa. "Dormimos sobre esteras. Somos muchos. Es una situación muy difícil para nosotros".
Hace seis años, el gobierno firmó un acuerdo de paz con algunos grupos rebeldes, pero otros no lo firmaron. Se derivó de ello una paz relativa. Sin embargo, los líderes eclesiales señalan que, siempre que el ejército nacional realiza operaciones militares contra los rebeldes, éstos incrementan sus ataques.
"La gente huye a la ciudad de Bukavu buscando la paz", dijo el Obispo Jean-Luc Kuye Ndondo, presidente de la Iglesia de Cristo en el Congo de Kivu del Sur. "Son menos las personas que producen alimentos, por lo que no hay suficiente para comer. Cuando se realizan las operaciones, hay aún más sufrimiento".
Persuadir a los rebeldes para que dejen las armas
Según una opinión muy generalizada entre los líderes locales, las FDLR, que trazan su origen al genocidio de Ruanda de 1994, son la causa principal de la miseria en el este de la RDC. También están de acuerdo en que, si se habla pacíficamente con las FDLR y éstas deponen las armas, se daría un paso decisivo hacia la paz en la región.
Con esta convicción, los dirigentes eclesiales se han dirigido a los combatientes de las FDLR y a otras milicias locales conocidas como Mai Mai, instándolas al desarme. Sus esfuerzos han logrado importantes progresos, según el Obispo Josué Bulambo Lembelembe, vicepresidente de la Iglesia de Cristo en Kivu del Sur.
"Hemos preparado a siete jóvenes para esta finalidad. Estos activistas van a las iglesias y hablan a la gente", dijo Bulambo. "Se reúnen con los rebeldes y les explican las penalidades que su lucha causa a la gente. Les instan a que abandonen la selva y vayan a vivir en paz con la gente".
Con este proceso se ha conseguido persuadir a algunos combatientes para que abandonen la selva, según Bulambo. Hace unos meses, dijo, 293 combatientes rebeldes dejaron las armas en presencia de la comunidad internacional y de dirigentes eclesiales y de la sociedad civil.
"El único problema es que cuando salió un equipo de avanzada [enviado a Ruanda por los rebeldes para ver si podrían regresar allí], el ejército nacional y el ejército de Ruanda comenzaron a perseguirlos", dijo Bulambo. "Esto nos desalentó mucho".
En las últimas semanas, los líderes eclesiales señalan la reactivación de los ataques de los rebeldes a personas civiles. Se deben a las noticias de que los ejércitos nacionales de la RDC y Ruanda emprenderán pronto una campaña militar contra las FDLR.
En mayo de 2009, los líderes eclesiales acordaron con las FDLR que desarmarían, al menos, a 1.000 combatientes, explicó Ndondo.
"Los combatientes estuvieron de acuerdo. Cuando hablamos con sus jefes, ellos dijeron que no" dijo Kuye. "Les instamos a ustedes a que hablen con los jefes que viven en el extranjero". Se dice que los jefes de las FDLR viven en Alemania y Francia.
"Ésta es la parte más grave del problema. Estamos seguros de que sin factores externos, la gente del Congo puede ponerse de acuerdo entre sí, dijo Molo. "Por ahora no se puede decir que sea el único problema porque hay problemas dentro de las comunidades. Pero éstos pueden resolverse si no surgen problemas procedentes del exterior".
(*) Fredrick Nzwili, un periodista independiente de Kenia basado en la capital del país, Nairobi, es corresponsal de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI).
Más información sobre la visita de Cartas Vivas a la RDC
Iglesias miembros del CMI en la RDC (en inglés)