Renace la esperanza al reanudarse tradicional cooperación cristiano-musulmana en Sulawesi
Por Mauricio Malanes (*)
En la pared de hormigón detrás del altar de la Iglesia Cristiana de Sulawesi Central en Palu, Indonesia, son todavía visibles las marcas de dos balas a apenas centímetros de un retrato enmarcado de Jesucristo.
Hace cuatro años, el 18 de julio de 2004, esas balas fueron disparadas por el rifle automático de un asesino que acabó con la vida de la pastora Susianti Tinulele, justo después del sermón del culto vespertino. Tinulele, de 28 años, formaba parte del creciente número de pastoras en Indonesia.
El asesinato de Tinulele fue parte de una oleada de violencia que estalló a comienzos de 2000 en la zona de Poso, en la provincia de Sulawesi Central, donde la presencia musulmana es dominante. Se dice que una pelea entre un joven cristiano y otro musulmán desencadenó la violencia.
En los ataques anticristianos que siguieron al incidente, personas fueron asesinadas y casas destruidas. Asaltantes cristianos --llamados "Black Bat"-- contraatacaron en mayo de 2000, acabando con la vida de cientos de musulmanes.
La violencia aumentó cuando la organización armada "Laskar Jihad" declaró la "guerra santa" (o yihad) en agosto de 2001 y envió combatientes a Poso. Este grupo radical proporcionó a las fuerzas paramilitares musulmanas fusiles de asalto, lanzagranadas, lanzacohetes, bulldozers y camiones cisterna. Según informa el International Crisis Group, en una "campaña de tierra arrasada" docenas de aldeas cristianas fueron destruidas y 50 mil refugiados debieron desplazarse a la ciudad de Tentena, de mayoría cristiana.
Recientemente, un grupo de "cartas vivas" del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) visitó la región para conocer la situación y el trabajo por la paz de las comunidades cristianas y musulmanas.
Los equipos de "cartas vivas" viajan allí donde cristianos se esfuerzan por superar la violencia y animan a las iglesias y a los líderes locales a promover maneras pacíficas de resolver las diferencias. Estas visitas preparan la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz, que tendrá lugar en mayo de 2011 en Jamaica.
En Palu, la capital de Sulawesi Central, líderes y miembros de la iglesia todavía lloran la pérdida de su querida pastora Tinulele. Sin embargo, ven un "mensaje más amplio" en la tragedia de aquella noche: cómo vivir su fe en Cristo a pesar de la violencia.
Ese mensaje debe de tener algo que ver con "cómo podríamos practicar nuestro discipulado", afirma en un testimonio escrito Desyiranti Tengkende, porque lo que ocurrió "no puede siquiera compararse con el sufrimiento de Jesucristo en la cruz".
Tengkende, que entonces sólo tenía diez años, perdió un ojo aquella fatídica noche. Ella fue uno de los cuatro heridos por un tirador enmascarado que disparó desde la puerta del templo. Había en la iglesia más de 500 personas, en su mayoría jóvenes. El asesino y tres acompañantes huyeron en dos motocicletas tras el incidente.
En su testimonio, escrito en Bahasa, el idioma nacional del país, Tengkende comparte cómo superó el trauma y fortaleció su fe.
"La muerte de Susianti nos dio fuerzas para avanzar y servir a otros, sustituyendo nuestro odio, enojo y miedo por amor y compasión para crear hermandad entre nosotras y nosotros", afirma el pastor Jetroson Rense, actualmente a cargo de la iglesia.
Rita Aryani Kupa, una mujer policía madre de tres hijos, comparte el espíritu de perdón de Rense y el salto de fe de Tengkende. "A través de la gracia de Dios y con su orientación, he aprendido a sobrellevar aquella tragedia", dice en una entrevista, refiriéndose al asesinato de su marido, el pastor Irianto Kongkoli. Entonces secretario general del Sínodo de la Iglesia Cristiana de Sulawesi Central, Kongkoli fue asesinado el 26 de octubre de 2006, dos años después de la muerte de Tinulele.
Kupa ve esperanza en sus tres hijos, dos de los cuales han elegido seguir los pasos de su difunto padre inscribiéndose en el seminario. "Tengo que estirar mi sueldo como policía porque el Sínodo no puede pagarme la pensión de mi marido, pero con la ayuda de Dios mi hijo mayor terminará sus estudios en un año más o menos", dice.
Restablecer vínculos
En lo esencial, la violencia de Sulawesi Central ya había llegado a su fin cuando intervino el Gobierno, observa el International Crisis Group. Las autoridades no intentaron reprimir a la "Laskar Jihad", que estaba bien armada, ni a otras fuerzas irregulares, sino trataron de lograr un acuerdo entre los combatientes.
En enero de 2007, la policía lanzó operaciones para, según fue informado, expulsar de Poso a propagandistas del islam radical provenientes de Java y arrestar a los autores de crímenes relacionados con la yihad, sin que se haya producido, al menos por el momento, ninguna reacción violenta.
En esta situación de relativa paz en Poso, líderes cristianos y musulmanes han intentado "recoger pedazos" de entre los escombros del conflicto. Se han esforzado por renovar vínculos, establecer diálogos y volver a cimentar lo que aseguran fue una larga tradición de cooperación entre miembros de las dos comunidades de fe.
"El conflicto nos ha desafiado a enseñar a los jóvenes cristianos a conocer y comprender más el islam con el objetivo de evitar la islamofobia (miedo al islam)", dice el pastor Ishak Pule, primer presidente del Sínodo de la Iglesia Cristiana de Sulawesi Central. "Esta falta de entendimiento es lo que nos separa."
Pule se reunió el pasado 19 de julio con miembros del equipo de "cartas vivas" del Consejo Mundial de Iglesias en su oficina de Tentena, a orillas del lago Poso.
Una vez el conflicto hubo disminuido, explica Pule, líderes cristianos y musulmanes instituyeron un Foro de Comunicación para la Armonía Religiosa, que busca promover el diálogo y el entendimiento entre las dos comunidades de fe.
"Lo ocurrido en Poso no fue una cuestión religiosa. Lamentablemente, algunas personas han politizado la religión, usándola con la intención equivocada", dice Abdul Malik Syahadat, un líder musulmán que actualmente preside el Foro. "Todos en Indonesia quieren vivir seguros y en paz. Así que déjennos trabajar ahora por la paz y la armonía."
Syahadat fue uno de los tres líderes musulmanes que se reunieron con el equipo de "cartas vivas" en la oficina de Pule el 19 de julio.
Dados los indicios de normalidad y estabilidad en Poso, dice Haji Yahya Mangun, otro líder musulmán y secretario del Foro, una preocupación mayor en el futuro inmediato es cómo convencer a quienes abandonaron Poso para que vuelvan y rehagan sus vidas.
Que el número de policías enviados a Poso haya sido reducido de 235 en 2003 a sólo 12 desde 2006 muestra una tendencia hacia la normalización, afirma Mangun.
"Realmente disfrutábamos de una cultura de colaboración, convivencia y ayuda mutua", añade. Alude a la manera en que cristianos y musulmanes se ayudaban en el trabajo agrícola y en festividades religiosas, compartiendo comidas juntos porque los cristianos sabían qué tipo de alimentos eran apropiados para sus hermanos musulmanes.
Mangun es uno de los líderes musulmanes que intenta reavivar esa historia de cooperación entre los miembros de las dos religiones.
Con este deseo, y habiendo establecido mecanismos para el diálogo, los signos de tolerancia y coexistencia en Tentena son hoy evidentes.
El 28 de mayo de 2005, alguien colocó una bomba en el mercado público de Tentena, matando 22 personas, en su mayor parte cristianos. El pasado domingo 20 de julio, a tres años de aquel atentado, los miembros del equipo de "cartas vivas" del CMI se despertaron con la oración de la mañana del almuecín de una mezquita cercana y el alegre coro de una iglesia cristiana, mientras los gallos cacareaban al salir el sol sobre la ciudad.
(*) Mauricio Malanes es un periodista independiente de Filipinas. Corresponsal de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI), también escribe para el Philippine Daily Inquirer, con sede en Manila, y la Union of Catholic Asian News (UCAN), con sede en Bangkok.
Más información sobre la visita a Indonesia de "cartas vivas"
Iglesias miembros del CMI en Indonesia (en inglés)